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jueves, 4 de diciembre de 2014

Mente, cuerpo y alma: alcanzar el equilibrio

Es un gimnasio, no lo es tanto, o es más que eso;  “El Gato” lo llama “Club Desamparados” y dice que el único requisito para entrar es la portación de don, claro, no el don prodigio sino más bien alguna condición, ¿extraña?, que no se adecua a los parámetros establecidos como normales. Le gusta que sea así, y afirma que en este lugar se reúnen los incomprendidos que sienten como si se conocieran desde siempre.
“El Gato” es preparador físico e instructor de KAPAP, es también artista, masajista, dibujante, poeta, hombre, macho, egocéntrico casi en demasía y lo reconoce; transmite seguridad, a nosotras que hablamos con él y a lxs van a entrenar al parecer también.  Se mueve con agilidad delante nuestro para mostrarnos un poco de lo que hace.
Entrena a hombres y mujeres pero su debilidad siempre serán las mujeres. Con ellas tiene un sistema especializado de acompañamiento: las clases duran entre una hora u hora y media durante las cuales practican ejercicios provenientes de distintas disciplinas, como el boxeo, kick boxing, artes marciales, algo de entrenamiento militar. Se utilizan instrumentos “que se encuentran en cualquier casa para que las mujeres puedan defenderse en una situación de peligro", comenta el entrenador.


El gimnasio, además, es un lugar de juego; colgadas del trapecio, las anillas o las telas, las chicas se distienden como cuando niñas pero se vuelven feroces cuando golpean al entrenador. “Yo las entreno física y mentalmente” se regocija “El Gato”; físicamente porque el ejercicio deja “una consecuencia estética y se sienten más seguras”, mentalmente “se transforman en guerreras” se ríe. 

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